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Detalles y curiosidades sobre los goblins

Los goblins son descendientes directos de los seres oscuros y carne de cañón que residen en el lado tenebroso de Tyrcaneon. Estos seres de piel pálida y tono verdecino, enfermizo, viven de la inmundicia; son desagradables a la vista, al oído y al olfato (incluso al tacto en algunos casos). Como mamíferos, también se reproducen y, por suerte, las crías no suelen ser tan horrendas.

Durante la Guerra Fría entre Verdivalley (verdivali) y Trum (trum) los elfos, en su habitual arranque de arrogancia, se nombraron a sí mismos Vigilantes de Caminos y Senderos, organizando emboscadas en zonas problemáticas. Aún justificados por un sentido del deber eran incapaces de dar muerte a criaturas lactantes, y muchos enclaves elfos se convirtieron en hogares de adopción para infantes de razas malvadas, con la secreta esperanza de acabar con esos rasgos destructivos. El paso del tiempo propició el mestizaje y la aparición de nuevas razas, entre ellas la goblin.

En el periodo de lactancia y crecimiento de estos pequeños y feuchos «orcos» se les alimentaba con salvia, hortalizas, hojas de todo tipo de árboles y raíces verdes, por lo que su tonalidad de piel iba oscureciéndose cual hoja de laurel. De hecho su tono epidérmico verdoso se oscurece en los días largos a causa de una exposición de forma continuada al sol. Ya sabes: lo que se come, se cría.

Orejas grandes y puntiagudas, dientes mugrientos, ojos grandes y redondos. Tan desagradables a la vista y oído (de tal palo…) como maleducados y asilvestrados, al menos en general. Irónicamente, su actitud hacia los demás es altanera, con cierta condescendencia y prepotencia. No es que sean ellos insufribles, es que los demás no merecen esfuerzo alguno de un goblin en agradar, todos sobran.

En la actualidad es una raza reconocida y extendida por todo el mundo, aunque las demás criaturas de Tyrcaneon prefieren evitar tener tratos con ella, ya que nunca tienen experiencias agradables. Los goblins han heredado lo peor de las dos razas: la forma de vida carroñera, mentirosa y embustera de los orcos y el carácter vanidoso, egocéntrico y burlón de los elfos. Estos seres ahora estudian en los mismos centros y consiguen los mismos puestos de trabajo que cualquier otra raza. Exceptuando personajes que huyen de las tradiciones, los goblins se sienten orgullosos de su ingenio y “talento” inventor. A esta habilidad mecánica hay que sumarle su malsana envidia a la despreocupada felicidad de los gnomos, así que plagian la ingeniería gnómica aunque añaden sus particulares mejoras con explosivos resultados.

Estudiaron la fuerza motriz del calor y cómo aprovecharla por medio de las máquinas a vapor, pero pronto descubrieron la mayor fuerza motriz de un generoso puñado de pólvora, para bien... o para mal.

 

Han muerto más hombrecillos verdes inventando, fabricando, testeando u operando sus propios inventos y trampas que sus objetivos a causa de estas. No piensan demasiado en las consecuencias y buscan víctimas al azar para hacer sus smoke test (nunca mejor dicho).


Así son las voladizas mentes goblin de risa aguda e ideas alocadas. Si algo revienta o tiene cohetes es suyo; si no lo hace, calma, seguramente lo hará dentro de poco.
Los pocos aparejos destinados a no estallar, al menos por voluntad propia, son toscas máquinas y robots a vapor protegidas por gruesas placas de metal remachadas todo lo bien que puede hacerlo una criatura verde. Esto provoca necesidad de motores más potentes y a su vez de más protección en un bucle hacia horrendas abominaciones mecánicas.
Los goblins aman los pinchos en la decoración tanto como sus ascendientes orcos, aunque no sirvan a ningún fin concreto. Son chulos y quedan bien incluso en el interior de la cabina de un robot pilotado.

Al principio de su existencia y fuera de sus tribus o asentamientos los goblins acababan siendo esclavizados por seres con más poder… Hasta ahora. Hace apenas unas décadas se ha oído hablar de un Señor Oscuro, un ser divino llamado Threas que parece ser la respuesta a varias preguntas que se hacían algunos «tíos raros» que pasaban el día mirando al vacío o leyendo en lugar de trastear con máquinas inflamables. Estos tíos raros se han auto-proclamado sacerdotes y han ido difundiendo la palabra de su Gran Señor; estableciendo normas de conducta, modos de vida y filosofías en las rutinas diarias de sus semejantes. Han ordenado la construcción de templos y de imágenes de su propia versión de la deidad. Pero hay un problema: los goblins son ingenieros en mecánica robótica, no constructores, ¿quien levantará estos edificios? Sólo hay uno construido por ellos mismos y no se atreven a entrar por peligro de desprendimiento, aunque sí que les salió bien la plaza al aire libre que hay antes de entrar en el templo, así que pusieron bancos de piedra en línea y un atril en la misma entrada y allí mismo ofician sus misas.

Conviértete o revienta

Cómo ven los goblins al resto de razas

Enanos: Infieles pecadores borrachuzos. Necesitan una mano severa que los enderece para que dejen de envenenar su cuerpo con ese líquido infernal. Y ya de paso demostrarles cuál es el dios que realmente corta el bacalao aquí.

 

Gnomos: «Les odiamos, ¿verdad que sí?» vocifera un goblin dirigiéndose a su grupo de amigos cuando se les pregunta por los gnomos. Su envidia hacia estas criaturas de alegría genuina es tal que aprovechan cualquier excusa para echar por tierra los inventos gnómicos, no sin antes tomar nota mental de las mecánicas usadas para plagiarlas en «secreto», aunque la discreción no es una fortaleza goblin que se diga. A estos también hay que convertirles al threanismo, lo manda Nuestro Señor. ¡Estúpidos gnomos!

 

Humanos: Infieles pecadores simplones. Su vida es efímera y no vale la pena invertir esfuerzos en estos «seres», pero El Gran Threas quiere la purificación de todo modo de vida en Tyrcaneon por lo que habrá que atraerles también al rebaño. No estarían mal como mascotas, al fin y al cabo su inteligencia no da para mucho más.

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