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Detalles y curiosidades sobre los enanos

Pese a su reducida estatura la recia fisionomía propia de esta raza intimida hasta al más pintado. Sus potentes brazos tan pronto son capaces de martillear la mayoría de minerales humanos a puñetazos como de realizar precisos grabados; de sus manos surgen algunas de las runas y orfebrerías más delicadas de Tyrcaneon.

 

Muchas mentiras vuelan acerca de sus mujeres ¿Existen? ¿Son barbudas? Bien, la verdad es que la mayoría de seres nunca han visto a una de ellas o, si las han visto, ha sido tras una de las detalladas y pesadas armaduras de su pueblo. El recogido de la melena frente al pecho para evitar agarrones en la contienda acrecentó el mito entre las tropas del resto de razas, pues las hacía pasar por otra barba más bajo el casco.

La mujer enana presume de elaboradas trenzas y cuentas en el pelo, decorado con el mismo tradicional estilo que las barbas de los varones e igualmente exhibidas con orgullo. Su papel en el frente de batalla es uno de los más valorados gracias a su aventajada comprensión de la maquinaria gnómica.

 

Desde hace mucho tiempo conviven en simbiosis con esta raza de pequeños seres. Los gnomos proporcionan tecnologías y avances clave mientras los enanos suministran delicadas y precisas piezas para sus máquinas a la par que les protegen. También endulzan la vida de estos cascarrabias y les ayudan en campos profundos donde la tradición o el martillo no pueden dar respuesta, descubriendo sentimientos ocultos.

 

Sostienen una filosofía de vida pragmática muy apropiada con su físico, son seres de acciones breves y potentes. Aman la roca hasta el punto de no desaprovechar lo más mínimo los dones que la naturaleza les otorga, considerando nefasto el malgasto. Eficaces y eficientes, que no es lo mismo, no tienen igual en sacar el mejor partido a las materias primas que disponen aunque sean escasas. Ya lo dice el refrán: “Da madera, bocata y peine a un enano…”

El esmero en el taller es clave para un resultado impecable. Sea el que sea su oficio son maestros o siguen como aprendices los pasos de uno para llegar a serlo. La tutela dura décadas, cosa que pocas razas pueden permitirse, y es la explicación acerca de sus precisas manos.

Su capacidad de monetizar las manufacturas llega al nivel de los humanos. Igual que ellos gozan acumulando bienes que, debido a su esperanza de vida contada en siglos, son capaces de disfrutar y sacar más partido.

 

Es sólo mentar la tradición y se les llena la boca a la par que hinchan pecho. Es el orgullo enano, la razón de su existencia, guía y sello de calidad; la absurda fuerza invisible que les empuja a realizar acciones disparatadas o les mete en líos por la simple razón de que «está escrito en una piedra vieja».

El saber familiar, transmitido generación tras generación, alberga los conocimientos más preciados por los enanos. No se conoce nadie capaz de entender y memorizar todos los refranes de su cultura y, al verse inclinados siempre a obedecerlos, hay quien ha llegado a inventarse algunos sobre la marcha en su propio beneficio… Son tan pulcros en el idioma que apenas reconocen el sarcasmo, el mudo guía al ciego cuando son los inocentes gnomos los que destapan un insulto encubierto.

 

Para las malas lenguas son algo testarudos, pero todo el mundo conoce la verdad: los enanos raramente se equivocan, si no te convencerá con un martillazo.

Alabada es la integridad a la hora de cumplir su palabra, pues tienen en alta estima su honor. Un secreto: pese a su fama de cascarrabias tienen un corazón sensible y preocupado, aunque nunca lo admitirán por orgullo. Son de los más fieles amigos que puedes encontrarte y abrir un corazón enano descubre sentimientos muy profundos e inesperados.

 

¡Ah, y que no se olvide la cerveza! Aunque la mejor bebida fermentada de Tyrcaneon no se puede explicar en palabras. ¡Entra y prueba una, yo invito! A tu salud.

Te voy a dar una lección... o dos
Cómo ven los enanos al resto de razas

Los gnomos, o mejor dicho los pequeñines, son criaturas demasiado inocentes y crédulas. A veces, cuando se ponen puntillosos al pedir engranajes o piezas de maquinaria complejas, son irritantes… y tras el usual estallido con desagradables efectos, como la piel azul, viene la ira. Pese a todo, algunas máquinas no dan chispazos y resultan útiles.

Los humanos son graciosos. Siguen cargando carretas con manufacturas que ellos llaman «de exquisito acabado», y que tratan de vender en el Valle, lo que les vuelve más crédulos que un pequeño, además de tener una cerveza horrible. Al menos nos suministran las materias exóticas que tanto nos piden los gnomos y terminan comprando muchos de nuestros productos.

Los goblins, o mejor dicho, los verdes, son un incordio. Les faltó una colleja a tiempo y siete horas de castigo leyendo un buen libro de tradiciones y formas. Así andan, asilvestrados. No paran de boicotear la mina y de saltar de un lado para otro con el mínimo respeto a sus vidas o al trabajo de los demás. Al final se terminará escapando sin querer un hacha.

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